LIEBRE COMÚN
(Lepus Europaeus)

La liebre común mide unos 30 cm de altura y su peso oscila entre los 4 y los 6 Kg. El pelaje esta formado por una espesa lanilla rizada y largos pelos rígidos u ondulantes. En general, su color es grisáceo o amarillo castaño, mezclado con negro, mimetizándose muy bien en el ambiente en que vive el animal. Las extremidades están manchadas de negro, y las partes inferiores e internas de las patas son blancuzcas.

La liebre es más nocturna que diurna, aunque en verano se la encuentre en el campo antes de la puesta del sol y en las primeras horas de la mañana. Abandona muy a disgusto los lugares en que ha nacido, y sólo suele hacerlo por necesidades de alimentación y cuando se siente impulsada a buscar compañía. Asimismo prefiere los sitios tranquilos y seguros y no duda en alejarse de aquellos en donde es perseguida. Fuera de la época del celo, pasa el día durmiendo o dormitando. Detalle muy característico en ella es que no se encamina nunca en dirección rectilínea a su escondrijo, sino haciendo zigzag, saltando de un lado para otro, finalmente, de un brinco, alcanza el lugar elegido para reposar. La yacija es suficientemente larga y ancha para ocultar al animal casi por completo; en ella extiende las patas delanteras, sobre las que apoya la cabeza con las orejas dobladas, y repliega las posteriores, dejando ver tan sólo la parte superior del dorso.

La gran velocidad que desarrollan las liebres en la carrera se debe, en gran parte, a que sus patas posteriores son mucho más largas que las anteriores. Las enormes orejas de este roedor indican que su oído se halla extraordinariamente desarrollado; el olfato es también bueno, pero la vista es algo débil.

La época de celo se inicia en marzo, e incluso antes sí el verano a sido suave. Entre los machos se originan a menudo peleas muy espectaculares y con resultados sangrientos. La gestación dura entre cuarenta y dos y cuarenta y cuatro días; los nacimientos tienen lugar casi siempre de marzo a octubre y cada hembra da a luz tres o cuatro camadas por año, con uno a cuatro pequeños cada vez, muy raramente cinco, que nacen con los ojos abiertos y ya muy desarrollados. Le hembra los cuida durante una semana, transcurrida la cual los abandona a su destino, aunque regresa de vez en cuando para amamantarlos. Pero generalmente, en cuanto advierte cualquier peligro, la liebre huye y los abandona. Los lebratos alcanzan su total desarrollo a los quince meses del nacimiento, pero ya dentro del primer año son aptos para la reproducción. La duración máxima en su vida es de diez a doce años.

La liebre es muy perseguida, tanto por otros animales como por el hombre. La amenazan los carnívoros, las aves de presa y los reptiles, y por su parte el hombre la considera una de sus piezas de caza preferidas. En efecto, la caza de este lepórido, tanto si se efectúa al acecho o por medio de batidas, constituyen uno de los deportes venatorios más difundidos y populares.

En cautiverio, las liebres se domestican fácilmente y suelen acostumbrarse a comer los mismos alimentos que el hombre da al conejo Si se la alimenta con heno, pan, avena y agua y nunca con hierbas frescas, viven mas tiempo.

De la liebre, además de su apreciadísima carne, el hombre aprovecha la piel, que se emplea para muy variados usos. En tiempos antiguos se utilizaban los pelos, la grasa, la sangre y hasta los huesos y los excrementos, pues se creían que eran poderosos remedios medicinales. De la liebre se han llegado a contar las cosas más fantásticas; por ejemplo, que podía cambiar de sexo a voluntad. La liebre es un animal timidísimo, siempre huraños y recelosos.

 

arriba